lunes, septiembre 05, 2005

N. Orleans empieza conteo de muertos



NUEVA ORLEANS, LO/AP — Después del rescate de los últimos damnificados del estadio Superdome y del centro de convenciones, Nueva Orleans dedicó ayer su atención a recolectar y contar los muertos en medio de un horrendo panorama de desolación.
Nadie sabe cuántas personas murieron tras el paso del Huracán Katrina y cuántas más sucumbieron mientras aguardaban a ser rescatadas. Pero había cadáveres por todas partes: en áticos, flotando en las calles de la arruinada ciudad, recostados en sillas de ruedas, abandonados en las carreteras.

Reiterando un pronóstico formulado la semana pasada por el alcalde de Nueva Orleans Ray Nagin, la gobernadora de Luisiana Kathleen Blanco dijo el sábado que teme que la cifra de muertos sea de varios millares. Y Craig Vanderwagen, vicealmirante del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, dijo que en una sola morgue, en la prisión St. Gabriel, se esperaba la llegada de entre 1,000 y 2,000 cadáveres.

Además de las muertes de civiles, las agencias de servicios de emergencia de Nueva Orleans debieron lidiar con algunos suicidios en sus filas, dijo Nagin.

“Algunos bomberos y algunos agentes de policía quedaron muy traumatizados”, dijo el alcalde. “Y hemos tenido ya un par de suicidios”.

Ayer en la mañana, el cadáver de una mujer yacía en la esquina entre la Avenida Jackson y la Calle Magazine, una zona comercial de esta ciudad. El cadáver estuvo allí al menos desde el miércoles. A medida que pasaban los días, transeúntes cubrieron el cuerpo con mantas o plástico.

Ayer, se había erigido una corta muralla de ladrillos alrededor del cadáver, para sujetar una lona impermeabilizada. Sobre la lona alguien pintó una cruz y las palabras, “Aquí yace Vera. Dios nos ampare”.

Fuera del centro de convenciones, mientras continuaba ayer la evacuación, el teniente de navío Andy Steczo estaba vendando el tobillo de Pedro Martínez, de 56 años, y curando lesiones en sus nudillos y en su antebrazo.

Martínez dijo que resultó herido cuando ayudaba a personas a subir a lanchas de rescate. “No tengo remedio alguno, y eso me duele. Estoy contento de irme de aquí”, dijo.

Steczo, quien vino con otras personas del Hospital Naval de Jacksonville, estuvo entre paramédicos que revisaban a evacuados antes de que abandonaran la ciudad. Entre las personas que trató había algunas con heridas de bala y otras acuchilladas. Algunas sufrían de infecciones, otras de deshidratación, o de afecciones tales como diabetes.

Charles Womack, un albañil de 30 años, dijo que vio cómo un hombre era asesinado a golpes y cómo otro se suicidó en el Superdome.

Tres bebés murieron en el centro de convenciones debido al calor, dijo Mark Kyle, empleado de un grupo de asistencia médica.

Pero algunos signos de progreso eran evidentes. Los últimos 300 refugiados en el Superdome fueron evacuados el sábado en la noche, en tanto miembros de la Guardia Nacional de Texas lanzaban ovaciones. Los guardias habían estado vigilando las instalaciones durante casi una semana, mientras cerca de 20,000 sobrevivientes aguardaban a ser rescatados.